Horcajo de Santiago revive este 7 de diciembre la emoción intacta del Vítor a la Inmaculada

Cada mes de diciembre, Horcajo de Santiago vuelve a detener el tiempo para reencontrarse con una de sus señas de identidad más profundas: el Vítor a la Virgen Inmaculada. El canto de la Salve anuncia una noche cargada de emoción en la que la fe y la tradición se mezclan con el bullicio de un pueblo entero que espera, con respeto y fervor, la salida del estandarte por la Puerta del Sol de la iglesia parroquial. No es solo una celebración religiosa, sino una manifestación colectiva de pertenencia que lleva siglos transmitiéndose de generación en generación.

Esta tradición, con raíces en el siglo XVII, se mantiene viva gracias al compromiso constante de los vecinos y, especialmente, de los más jóvenes, que continúan asumiendo la responsabilidad de preservar un legado que sigue despertando la misma expectación que antaño. Ser portador del estandarte o de las borlas es un honor largamente esperado, un gesto cargado de simbolismo que conecta pasado y presente.

En 2025, ese privilegio recae en José Manuel Arquero Avilés, que cumplirá una promesa realizada hace más de treinta años. Para él, alzar el estandarte de la Inmaculada será también un homenaje íntimo a sus padres y a su abuelo, quien ya desempeñó este papel décadas atrás. Junto a él, participarán los portadores de borlas José Luis Roldán López y Natalia Campos López, que vivirán este momento como un recuerdo y reconocimiento a sus madres.

El estandarte, donado este año por la familia Martínez Oliva, vuelve a situarse como el eje simbólico de la noche del 7 de diciembre, recordando que el Vítor es, sobre todo, una expresión de su pueblo a la patrona.

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