La Virgen parecía triste

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Por MLuz Domínguez

Retornamos a Mirar al mundo desde la Peñuela en este ultimo día de agosto en lo que ya es comenzar una nueva temporada en La Voz de Torrubia.

Y en este 31 de agosto ante este tiempo que nos ha tocado vivir mas que mirar al mundo hoy miro a la cara de la Virgen del Valle. A esa dulce cara de la Patrona de Torrubia a la que desde el sábado se le rinde culto en su novenario. Y es que se celebró esta primera novena con una mezcla de sensaciones y sentimientos difíciles de explicar.  

Volver cada año a Torrubia un 29 de agosto es sinónimo de alegría, de reencuentros, de pre-fiestas, pero también de volver a ver salir a la Virgen después de un año. 365 dias en los que pasan muchas cosas tanto buenas como regulares o malas. Por ello estar en la Plaza de la Iglesia es una nueva oportunidad de volver a estar, un motivo importante y positivo.

Ver cruzar a la Virgen del Valle por la Puerta del Sol eran tantas cosas: llorar al verla cuando sonaba el himno porque no está quien estaba, porque hemos podido regresar, por tantas y tantas cosas… escuchar los “vivas” o cruzar entre filas con una sonrisa por reencontrarse con amigos y familiares que no ves desde hace tiempo…eso forma parte de un pasado que de momento no sabemos cuando recuperaremos.  

Este año bajo unas circunstancias inimaginables llegó el día. Y la Virgen salió. Y volvimos a mirarla a la cara con emoción, pero también con el corazón encogido.

Dicen los sevillanos que la Virgen Macarena “vuelve a la altura de Montesión con las ojeras y ese rostro de mujer cansada” tras la “madrugá”. Pues el sábado la cara de la Virgen del Valle también me parecía triste. Quizá no ayudó la pérdida de luz de la carroza al final del recorrido, ni la noche de viento frío. La del Valle volver volvió, a su pueblo, a sus calles, pero faltaba tanta gente ante sus ojos…por supuesto los que se han ido para siempre pero también aquellos que cada año vuelven solo para un ratito, para verla de cerca.

Los aplausos al final de la procesión sonaron a reconocimiento a un esfuerzo porque la procesión cumplió todo de la mejor manera posible. Los vecinos cumplieron con la distancia y las mascarillas y la Comisión y Autoridades consiguieron que la Virgen volviera a su pueblo en este 2020.

La emoción subsiste siempre pero no quita la extrañeza del momento. En nosotros pervive ese halo de miedo, esa contradicción de tener a la imagen cerca, pero parecer que está en la más absoluta lejanía. Las calles parecen menos nuestras. La distancia social que hay que cumplir lógicamente resta una libertad que parecía que nunca perderíamos.

Añoro lo que teníamos. Viví el momento de volver a la Virgen con una emoción contenida, porque al final de eso se trata ahora, de vivir en esta tensa espera de tiempos mejores.

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El presente texto es de exclusiva responsabilidad del autor y sus opiniones no comprometen a otra persona o institución alguna.

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