La Casa del Corregidor de Cuenca

Una sombra recorre aún los pasillos de una casa del casco antiguo de Cuenca…

En una imponente casona del casco antiguo de Cuenca vivió, siglos atrás, un corregidor poderoso y temido. Su cargo le otorgaba autoridad, pero su corazón estaba lleno de codicia. Tomaba decisiones injustas, castigaba inocentes, favorecía a sus amigos y acumulaba riquezas a costa del sufrimiento ajeno.

Los rumores crecían, pero nadie se atrevía a enfrentarlo. Un día, el corregidor desapareció sin dejar rastro. Ni cuerpo, ni carta, ni despedida. La casa quedó vacía… pero no en silencio.

Con los años, la vivienda cambió de manos varias veces. Quienes osaban habitarla aseguraban sentir una presencia invisible: pasos que cruzaban los pasillos de madrugada, puertas que se cerraban solas, susurros detrás de las paredes. Algunos dijeron haber visto la sombra de un hombre con capa y sombrero paseando por el salón principal.

Cuentan que el alma del corregidor no encontró descanso. Que su ambición y sus abusos lo condenaron a vagar eternamente por su propia casa, preso de lo que fue y de lo que nunca debió hacer.

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